En cierta oportunidad, al niño le llamó la atención que un inmenso elefante del circo estuviera atado por una de sus patas con una diminuta cadena a una pequeña estaca de madera clavada al piso. Con la extraordinaria fuerza que tienen estos animales simplemente podía romper la cadena o desenterrar la estaca y liberarse con sólo unos pocos tirones.
-“No lo hace porque no sabe que puede hacerlo” fue la explicación del encargado.
Así es efectivamente. Los elefantes de circo desde pequeños son atados por una de sus patas con una cadena a una estaca clavada al piso. Cuando aún son cachorros no tienen la fuerza suficiente para zafarse de su atadura. Por más intentos que hacen, no logran liberarse. Es así como al ir creciendo “aprenden” que no les es posible soltarse de esa atadura. Cuando son grandes y a pesar de toda su extraordinaria fuerza, tienen “perfectamente aprendido” que no son capaces de romper tan elemental ligadura.
Recuerdo el caso de un joven a quien su madre vivía diciéndole a modo de “aliento”:
–“No vas a poder” en cada dificultad, cada desafío que le tocaba enfrentar.
Los “no vas a poder” de su madre se instalaron de tal manera en su vida, que aún hoy siendo una persona grande y adulta, este hombre tiene serios problemas para enfrentar las dificultades de la vida.
El elefantito atado con una cadena. Tiene las fuerzas y todo lo necesario para romper todas y cada una de sus ataduras, sin embargo no sabe que puede hacerlo.
Así somos los seres humanos. Desde pequeños vamos aprendiendo que hay dificultades con las que no podemos. Y ese “no vas a poder” se arraiga tan en lo profundo de nuestro ser que aún cuando somos adultos y provistos de todo lo que necesitamos para ello, “tenemos aprendido” que no vamos a poder.
Amada/o: hoy nos asiste el Poder de los poderes. La fe en Nuestro Señor y el poder de la intercesión en oración. No estás solo. Somos uno en el Señor. Nos tenemos los unos a los otros. Te tengo a tí y me tienes a mí a pesar de las distancias. No hay espacio físico que prevalezca o signifique algo cuando lo que nos une es el dulce Espíritu del Señor.
¡Ánimo! Si hoy vives atado a algo que te carga y limita, que no te deja caminar, que te mantiene literalmente preso, ya va siendo hora de que pruebes dar unos cuantos tirones a tu cadenita. Si ves que no puedes, ahí estará alguno de nosotros para ayudarte a hacerlo. Te sorprenderá ver cómo se rompe.
Autor: Luis Caccia Guerra
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